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LA ENERGÍA SIN LÍMITE DE ANNY CHAVARRÍA

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Revista Don Juan
Es un referente del fitness y la vida saludable. Fundó dos empresas, una tienda de nutrición y una marca de ropa deportiva. Empezó a trabajar a los 17 años hablando por radio de un tema que le encantaba: la salsa. Estuvo en las cabinas de varias emisoras reconocidas para la comunidad latina en Nueva York y en Miami. Y todo lo logró a punta de disciplina.
Su nombre es Anny Chavarría. Llegó hace un año a Teleantioquia y en muy poco tiempo se convirtió en una figura familiar en Medellín, su ciudad. Hoy, sus colegas la molestan y le dicen que es “la veterana del entretenimiento”, aunque lleva menos tiempo en el canal que muchos de los que le hacen el chiste. Pero tienen razón porque, durante años, Anny desarrolló una envidiable carrera en medios. Fue locutora y periodista radial en Nueva York y en Miami, donde trabajó en varios programas de Univisión Radio; fue presentadora de televisión y dirigió, también en Estados Unidos, su propio magazín para la señal internacional de Cosmovisión. Gracias a eso se convirtió en una experta en entender el papel de los latinos en Estados Unidos: aprendió a diferenciar las inmensas sutilezas que separan a los dominicanos de los puertorriqueños, por ejemplo, y a entender que el español de Colombia es un arma enorme. “También aprendí de lo que se trata la solidaridad latina”, dice. “Porque si un mexicano hace un evento, llega todo el continente a apoyar”.
Nació en Bogotá en 1984, pero apenas un par de meses después llegó a la capital antioqueña. Su vida, desde que era una niña, va a toda velocidad: mientras estaba en el colegio, su mamá le llenaba el tiempo libre con actividades relacionadas con el modelaje y la actuación. En la universidad no se detuvo, consiguió trabajo para ahorrar dinero y fue locutora en varias emisora, donde acumuló experiencia: ella sabía que su objetivo era convertirse en una figura de los medios. Sin embargo, cuando se graduó, su vida dio un giro: se fue a vivir a Nueva York para acompañar a su mamá, y aunque le tocó empezar de cero se mantuvo enfocada en construir, poco a poco, su carrera como presentadora y periodista.
Mientras eso sucedía, se convirtió en un referente del fitness y de la vida saludable. Desarrolló toda la estrategia de comunicaciones de José Fernández, un entrenador y nutricionista boricua que a través de sus libros se convirtió en una figura famosa en Estados Unidos y en toda América Latina. Y mientras coordinaba sus charlas por todo el continente, le alcanzó el tiempo para crear dos empresas propias: Bendita Vida, una tienda virtual de productos saludables, e Innova, una empresa textil.
¿Cómo logra mantener ese ritmo?
Anny dice que en su ADN está marcada la disciplina, el compromiso a madrugar para no perder ni un segundo y la fuerza para asumir los retos sin miedo. Por eso, ahora que está en Teleantioquia, se le ha medido a todo: desde la coordinación de toda la sección de entretenimiento hasta la presentación de especiales que exploraron la crisis de la frontera con Venezuela y el cubrimiento de las últimas elecciones. La clave está en prepararse bien. Y también en gozarse todo lo que se le presenta, como la invitación para posar frente al lente de Felipe Bohórquez para DONJUAN.
¿Es cierto que su familia la levantaba los domingos a las cinco de la mañana?
[Risas] Lo que tuvo de particular mi familia es que mi papá y mi mamá, en temas de ejercicio, siempre fueron muy disciplinados. A mí me despertaba mi papá los domingos a las cinco y media de la mañana y nos íbamos hasta una unidad deportiva; pero no hacíamos el viaje en carro, sino que ellos se iban trotando y mi hermano y yo montábamos en bicicleta. Luego, cuando llegábamos, mi papá se ponía a jugar fútbol y nosotros a nadar. Toda la mañana giraba en torno a eso; después íbamos a misa a las 10 de la mañana y luego, en la tarde, nos poníamos a hacer tareas. Ahora yo soy superdisciplinada: si tengo que estar en el canal a las seis, entreno a las cuatro. Está en mi ADN, y le echo la culpa de eso a la forma como me criaron.
¿Por qué estudió comunicación?
Mi mamá es superjoven, me tuvo a los 17 años y fuimos muy amigas, siempre. Me acuerdo que ella decía que mi hermano y yo íbamos a tener las oportunidades que ella no había tenido, entonces nos metió a todas las actividades posibles. Desde que era niña, me metió a cursos de modelaje y de actuación, hice obras de teatro, clases de pasarela, concursos de niña Antioquia. Mi papá peleaba con ella por las mensualidades. Ella decía: “Voy a meter a la niña a modelaje y cuesta tanto”. Y mentira que costaba más, pero era para que él aceptara. Y mi papá peleaba: “¡Pero si yo ya les pago un colegio!”. A mí me quedó gustando mucho la presentación.
Pero sus primeros trabajos fueron en radio…
Sí. Cuando entré a la universidad, mi papá empezó con la cantaleta de que por favor buscara un trabajo que tuviera que ver con la carrera, porque cuando terminara iba a tener la ventaja de la experiencia. Era siempre con eso encima. Cuando estaba en tercer semestre, yo estaba escuchando una emisora, yo amo la salsa y me la pasaba oyendo La Z, cuando dijeron que estaban buscando locutora. Yo apliqué, hicieron casting y quedé. Fue mi primer empleo oficial, no había cumplido 18 años todavía: el cargo se llamaba control-locución, estaba sola en la cabina, controlaba la música y la consola y, además, presentaba las canciones. De ahí me salió otra oportunidad en una emisora que se llama Energía. Esa emisora tenía un espacio en un programa de Cosmovisión, donde el director siempre iba a presentar las cinco canciones más sonadas, pero un día el director me dijo: “Yo no puedo ir, ve y me reemplazas”. Yo ese día estaba desordenada, no me había preparado en lo más mínimo, pero presenté como Dios me ayudó. Al salir, el director y el presentador me preguntaron: “¿Vos no habías presentado en televisión?”. Y yo: “No, yo solo hago radio”. “Pues vente a trabajar con nosotros”. Yo acepté, pero seguí haciendo radio, estudiando en la universidad y trabajitos alternos que me salían, promocionando productos.
¿Cuándo se va para Estados Unidos?
Mis papás tuvieron diferencias muy profundas cuando yo estaba en la mitad de la carrera y mi mamá decidió irse a vivir a Nueva York. Fue una época muy dura. Cuando me gradué, en el 2007, me fui un par de meses para estar allá con ella, pero un día hablé con mi hermano y me dijo: “Anny, a mí me da muy duro que mi mamá esté allá sola. ¿Por qué no te quedas con ella?”. Mi primer trabajo allá fue en un restaurante hindú y fue muy charro porque por mis facciones, si no abría la boca, todo el mundo pensaba que yo era hindú. Después trabajé en un mall vendiendo ropa y después fui cajera en un supermercado, como por un año. Hasta que un día dije: “Bueno, yo me gradué de comunicación. Yo cumplo mi sueño, sí o sí”. En eso conocí a mi esposo: colombiano, de Medellín. Él fue un apoyo importantísimo para que me animara a buscar trabajo en mi campo.
¿Ahí entró a Univisión?
No. Mi primer trabajo en medios fue en una emisora subcarrier. Son frecuencias que no reciben los radios convencionales, sino que solamente se pueden escuchar en unos radios especiales. Se llamaba Tropicana y quedaba en Queens. Yo vivía en Long Island, en las afueras, y en esas estaba cuando me llamó Iván Obando, el dueño de Cosmovisión, desde Medellín, y me dijo: “Voy a montar Cosmovisión en Nueva York y quiero contar contigo”. Yo casi me muero porque eso significaba hacer televisión allá: me dieron un espacio, todos los días, en la noche, para montar un magazín. Yo estaba sola y tuve que idearme todo: fui la directora, productora, maquilladora y presentadora de un programa que se llamó La vuelta a la manzana. ¡No hacía cámara porque hasta allá no podía! Mi esposo terminó presentándolo conmigo porque un día le propusieron que me acompañara y él dijo: “Listo, me la voy a sollar”. Hacer ese programa fue especial porque conocí mucha gente y me recomendaron para un puesto en Univisión radio, pero era como secretaria y no como periodista. Yo dije: “No importa”. Y es que siempre he tenido la idea de que si uno entra desde abajo y hace bien las cosas, se puede empezar a escalar”.
Terminó de locutora en una de las emisoras latinas más escuchadas de Estados Unidos.
El primer día de trabajo me dijeron: “Hágannos una prueba de radio”. Ahí se dieron cuenta de que tenía experiencia y me pasaron a la emisora mexicana La Qué Buena para trabajar en el programa de Eddie Sotelo, un locutor muy conocido en Estados Unidos que hace El show de Piolín ¡Ahí hice una maestría en música mexicana! Fue una excelente vitrina para mí, porque es un programa muy conocido entre la comunidad hispana. Yo no estaba mucho en cabina, sino que salía a la calle a hacer promociones, recibía a Piolín cuando llegaba a Nueva York, me daban cambio desde el estudio y yo contaba qué estaba pasando. Después, con mi esposo, decidimos irnos a Miami y allí volví a ser locutora para una emisora de música romántica.
Y mientras tanto, ¿seguía entrenando con la misma disciplina que cuando era chiquita?
[Risas] Yo en Medellín iba al gimnasio, cerca de mi casa, pero en Nueva York me tocó empezar desde cero. Como el transporte público en donde vivía era superlimitado, cuando trabajaba en el supermercado me iba caminando, a buen ritmo. El trayecto en carro era de diez minutos, pero caminando eran cuarenta y cinco. Después de dos meses en esas me conseguí una bicicleta y eso para mí era como si tuviera un Mercedes. En Miami sí fui muy rigurosa con la salida: salía a correr en el Oleta Park todos los días. Me iba a las diez de la mañana, cuando el sol estaba fuerte, porque sentía que el calor me subía el nivel de resistencia. Ahí cogí la costumbre de escuchar radio, noticias, lo que fuera cuando estuviera entrenando. O cosas de meditación y audiolibros.
Y ahí ya estaba metida de lleno trabajando en nutrición y vida saludable…
¡Es que todo ha sido en paralelo! Cuando estaba en Nueva York me presenté a un reality de Univisión, Nuestra Belleza Latina. Nos presentamos mujeres de todo Estados Unidos y la fase final era convivir en una mansión, en Miami. Yo no llegué hasta ahí, pero sí llegué hasta la fase previa: ahí conocí a José Fernández, el nutricionista del reality. Cuando llegué a competir lo primero que hicieron fue ponernos a todas las concursantes en vestido de baño y medirnos el porcentaje de grasa. Yo fui de las mejores y el man me dijo: “¿Quién te está entrenando?”. Y yo: “No, nadie, yo sola”. Él no podía creer que yo, sin tomar ninguna proteína ni nada, tuviera esos resultados, pero es que yo siempre me he entrenado y me preocupo por comer bien. Entonces me dijo: “Cuando salgas del reality, hablemos”. Quedamos conectados y empecé a trabajar con él. Yo le hacía toda la parte de comunicaciones, lo ayudé a escribir dos libros que fueron un éxito, fui su asistente, su personal manager, viajaba con él para coordinar sus charlas en toda América Latina, me la pasaba viajando y me convertí en una motivadora de ese estilo de vida, de la vida saludable.
¿Y cómo llega a Teleantioquia?
Un día estoy en Medellín, en Expofitness, con todo ese tema, y me llamaron para presentar un segmento sobre vida saludable en un programa de Teleantioquia: tres días a la semana tenía diez minutos al aire. Cuando llevaba dos semanas, me dijeron: “Queremos que seas backup de presentadora, así si falta alguien de la franja de magazines usted entra a reemplazar”. Eso me encantó porque podía estar en distintos formatos y me le medía a cualquier tema y a cualquier invitado: música, cultura, lo que saliera. Eso fue el año pasado, y en diciembre me dijeron: “En enero entras como presentadora principal”. Es que ha sido muy rápido: en marzo me llamaron a una reunión en el noticiero y me dijeron: “Vas a fortalecer la franja de entretenimiento de nuestra sección central y no solo vas a presentar, sino que vas a estar todo el día como periodista de entretenimiento”. Para mí fue sentir toda la exigencia y la responsabilidad, porque puse en práctica todo lo que aprendí en estos años: hoy soy una de las responsables de la sección de entretenimiento del noticiero.
Y también ha presentado noticias duras…
En febrero, me llamaron a decirme que el canal iba a tener un especial sobre la crisis de la frontera con Venezuela. Era una transmisión con el jefe de redacción del noticiero, y como además estaba el Venezuela Aid Live, debía estar alguien de entretenimiento. Era la primera vez que entraba al set de noticias y fue sentir que debía tener una rigurosidad de otro nivel. Yo empecé a investigar, a datearme, y aunque teníamos un libreto, eso me permitió estar siempre adelante con la información. Es que la disciplina que tengo con el entrenamiento la aplico para todo. Creo que la gente nos da más duro a las periodistas de entretenimiento, pero en el fondo somos periodistas.
¿Qué es lo que más le gusta de eso? ¿De presentar?
Es la adrenalina diaria. Es que yo todavía no me acostumbro, sigue siendo un voltaje pararse frente a la cámara y saber que hay un montón de personas que te están viendo. ¡Todos los días me sigo muriendo del miedo y eso me encanta!
REVISTA DONJUAN
EDICIÓN 153 - NOVIEMBRE 2019
Revista Don Juan
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